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jueves, 15 de mayo de 2014

La cuarta hoja de mi trébol.

Escribí esto un martes 13
para robarle la suerte a los supersticiosos
y confesarles mis porqués.
A inculparme de esta pérdida de razón...
y decirles, que a veces la suerte se la gana uno mismo.

También escribí para ti,
 para decirte que...

Me gusta tu PELO por eso de que mueve 
el aire justo en la misma dirección que mis pasos,
y no me siento tan perdida en el olor de tu champú.

Vendería mi alma al diablo por el verde 
de tus OJOS, que me atrapan y convencen
de que todavía nos queda el último aliento.

Me gusta tu NARIZ cuando me respira
y se queda con todos mis miedos
y hace de mi perfume su vicio inconfesable.

¿Qué puedo decir de tu SONRISA?
Si hasta los ateos se convirtieron
para ver curvar tus labios con sus halagos...

Pocos podrán decir la espiral que es tu CUELLO...
Donde te pierdes con el motivo 
de no volver a encontrarte más.

Y si me despistara un momento,
te confesaría que me tiraría una vida entera
sobre la curva de tu ESPALDA.

Y que me perdería en la espiral de tu OMBLIGO,
para contarle a tus CADERAS
las ganas que tengo de verlas bailar.

Y me volvería melodía en tus MANOS
como sí de un piano se tratase
esta guerra entre cuerpos.

Y entonces tu VOZ.
Deja de tener sentido el silencio en esta habitación,
y hago de tí el grito de mi sentencia.

Pero no es hasta que miro esas PIERNAS
que se van alejando de mis rincones
cuando me doy cuenta de que...

Creo que me gustan tus TOBILLOS,
todavía más,
cuando las hace girar

Y vienes clavando los PIES fuerte en mi mundo
para decirme:
"Devuélveme mi suerte".

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