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jueves, 8 de septiembre de 2011

Un último café



-Ey, hola nena, ¿Qué haces aquí?
-He venido a hablar contigo. Y quiero que me escuches bien porque si tengo que decir esto dos veces, será demasiado tarde.
-Uhhh, nena vas a conseguir que me asuste,¡si hasta parece que te lo estés tomando en serio!
-Vale, definitivamente, es tarde. Un placer haberte conocido...
-Eh, eeeh, espera muñeca, dime lo que me querías decir, ¿O es que te pongo nerviosa a menos de un centímetro de ti?
Samantha se apartó de él, de sus labios. Le miró a los ojos y dijo:
-Tenia que decirte que ya puedes fumarte tranquilo tu tiempo y tus promesas, porque ni lo quiero ni me las creo. Que puedes gastar "nuestro" tiempo en juegos absurdos y bromas baratas, que ya no voy a seguirte el juego. Y que has conseguido que lo más fácil de este jodido mundo, me sea imposible día a día.
-¿A qué te refieres? Joder nena, ¿Por qué me dices estas cosas? ¿Qué he hecho imposible ?
-¡Que me enamore de ti! ... Se que he hecho cosas mal , pero te he querido y he apostado por esto como el jugador a su azar. Y tu, has hecho que no merezca la pena siquiera intentarlo. Y me da pena, porque dudo que alguien se enamore jamás si solo te quieres a ti mismo cuando el otro más necesita que demuestres. Pero eso ahora ya da igual. Solo espero que algún dia seas capaz de hacer tan feliz a alguien como a mi, en su dia.
-Eres una mentirosa, antes dijiste que había echo imposible que te enamoraras de mi.
-Mentía... Pero no creo que la próxima lo haga... Sé feliz Jonathan, hasta siempre.
-Pero espera, yo te quiero...
- Me quieres tarde, demasiado tarde.

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