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viernes, 17 de junio de 2011

Me gusta cómo se siente.


Escuchar el rugido del motor, sentir el viento en la cara, ser libre de conducir a donde me apetezca.
 No tener un fin, una meta, sólo correr rápido, confundiéndome con el viento. Ver como a la vez que avanzas vas dejando atrás el camino ya recorrido, los problemas, la gente, la amargura.

 Me gusta cómo se siente, sí, me libera.

 Pero puestos a confesar, no es lo mismo conducir solo a que alguien te agarre por detrás cuando coges velocidad…






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